San Vicente de Paúl

Biografía

Nació en una familia muy unida, de campesinos de clase media, en 1581 en Pouy, cerca de Dax. Fue el tercero de seis hermanos. Sus padres eran buenos cristianos y le transmitieron una fe viva y práctica. Vicente es inteligente y vehemente. Pronto, apoyado por los suyos, comienza un magnífico porvenir: los estudios y el sacerdocio.

Va sucesivamente a Dax y a Tolosa. Para sufragar sus estudios, sus padres venden una parte de sus preciosos bienes: un par de bueyes. Hasta intenta el apoyo escolar y es ordenado muy joven, a la edad de 19 años en 1600. Vicente es un hombre que se mueve, casi tanto como un hombre de negocios actual, pero a caballo y en diligencia. La historia se confunde quizás con la leyenda, el itinerario exacto de Vicente es incierto. Durante tres años, nadie sabe donde esta: ¿ha sido apresado por los piratas, quedando en esclavitud en Berbería, en la actual Túnez?… reaparece en París en 1608. Sus relaciones le hacen conocer al Señor de Berulle, uno de los principales representantes de la escuela francesa de espiritualidad.

Este movimiento participa en la reforma interior de la iglesia católica, insistiendo en la venida de Jesús en nuestra condición humana: Dios se encarna y se hace al hombre en lo cotidiano. Los sacerdotes son invitados a vivir su vocación con seriedad, formándose y enraizándose profundamente en Cristo, lo que no es corriente en esta época donde la vida de la iglesia ha perdido su autenticidad.

Vicente, al comienzo, es sacerdote por vocación, pero también para asegurarse una “honesta jubilación“. Piensa en una carrera que le permita poner al amparo de la pobreza a su familia. Es un hombre intrépido, vivo y curioso. Hacia 1610 llega a la corte, después de haber sido limosnero en nombre de la Reina Margarita, primera mujer del rey Enrique IV.

Debido a cierta inactividad, durante 3-4 años Vicente conoce la duda y la noche oscura de la fe y es cuando vuelve a dar su vida por amor a Jesucristo, al servicio de los pobres, cuando reencuentra su relación con Dios. En 1612 es feliz párroco de Clichy y dice: ¡Dios mío, que feliz soy de tener a unos feligreses tan buenos!”. Pronto comienza su servicio en una familia muy influyente del reino, los Gondi. El señor es general de las galeras, su mujer administra sus campos. Vicente es el preceptor de sus hijos. Él es también director espiritual de la Señora de Gondi.

1617 es un año bisagra para Vicente. Un día que acompañaba a la Sra. de Gondi en sus tierras, confesó a un campesino que iba a morir. Este hombre, que tenía reputación de honesto, conoce la angustia de ir al infierno por los errores que no se atrevió nunca a confesar. Después de esta confesión, halló la paz. La Sra. de Gondi se preocupa por el es espiritual de las gentes de su casa e invita al Sr Vicente a buscar un «remedio a esto». Al día siguiente, el 25 de enero de 1617, predica en la iglesia de Folleville con todo su ardor y los feligreses se desplazan en gran número para confesarse.

Este mismo año, gracias al Sr. de Berulle, Vicente va a Chatillón les Dombes, cerca de Lión, a la edad de 36 años. Llega a su conocimiento que una familia está en necesidad y lo dice durante la misa. Un impulso de generosidad sacude a la asamblea y les hace apresurarse a la cabecera de los enfermos con cantidad de víveres. Vicente es feliz, pero enseguida se da cuenta de la necesidad de una mejor organización. Gracias a las señoras devotas, funda la caridad con un reglamento muy respetuoso que invita a “servir a los pobres como si se tratara de Dios”. Son las primeras “Caridades”, hoy, AIC (Asociación Internacional de Caridades). Esta experiencia le refuerza en su nueva vocación de servicio a los más humildes. Presionado por los Gondi, vuelve con ellos y se dedica a las necesidades corporales y espirituales de los más pobres, solidamente apoyado por la Sra. de Gondi que, en 1625, firma el contrato de fundación de la Congregación de la Misión, encargada de la evangelización de las gentes del campo. A partir de ahí, Vicente tiene dos objetivos en su mente: misión y caridad.

Vicente es un hombre de oración y de lo concreto que trata de organizar los socorros directos para las personas necesitadas. Luisa de Marillac se cruza en su camino y le pide ayuda espiritual. Él le confía la visita de las caridades nacientes y funda en 1633, gracias a ella, las Hijas de la Caridad. Para formar a los sacerdotes, organiza las conferencias de los martes, los ejercicios a los ordenandos, la formación de los seminaristas y abre seminarios. No cesa de crear redes de ayuda con personas de la localidad para ir al socorro de todas las miserias humanas de su época: los galeotes, los niños expósitos, los heridos de las guerras en Lorena, en Picardía, en Champán, en la Isla de Francia, las personas mayores o enfermas mentales… Nada puede parar la imaginación del Señor Vicente y sus colaboradores: se trata de aliviar al hombre, todo el hombre ¡Que cada persona pueda alimentarse por sus propios medios, aprender una profesión, hallar su dignidad de hijo de Dios!

Vicente sabe llegar a los poderosos para suscitar su caridad y pedir su ayuda política, con el riesgo de perder toda confianza ante Mazarino. Sólo ve la miseria de los pobres a aliviar, todos esos pobres que son el rostro de Jesucristo.

San Vicente muere el 27 de septiembre de 1660, dejando detrás a laicos, sacerdotes, Hermanas, una familia, la Familia Vicenciana y, sobre todo, un espíritu que hoy vive todavía, este fuego de amor que animaba el corazón de San Vicente de Paúl por los pobres.